Los guardapolvos son protecciones aplicadas a los cilindros que permiten aislar la varilla cromada de la suciedad y los agentes externos, preservándola y manteniéndola intacta. De hecho, las abolladuras, el óxido o la descamación del cromado en la superficie de la varilla pueden arruinar las juntas de sellado con el tiempo y promover fugas de aceite y el mal funcionamiento del propio cilindro. Los guardapolvos son de dos tipos: de fuelle o largas, lisas y rígidas.